lunes, abril 21, 2008

La garrapata. El desenlace



Gachas volvió al Memorial Hospital a dejarse los billetes verdes alargados y estrechos, sí, volvió. Tenía sus dolores articulares, sus flu symptoms (típicos, parece, de la infección por garrapata nociva), tenía su poquita de ansiedad, así es que volvió a que le recetaran antibióticos (lo que quita la posible infección, vaya), y eso hicieron, no sin antes preguntarle cómo y cuánto le dolían las joints o articulaciones. Como Gachas no es muy precisa adjetivando y adverbiando en inglés, le mostraron una serie de 6 smileys con expresiones que iban de cero dolor a un dolor insufrible. Gachas tampoco quería exagerar y elegir la cara 5 (eran 6, pero iban numeradas de 0 a 5), a la que parecía que le estaban seccionando un miembro sin anestesia. Le dijo Gachas a la enfermera de paisano que los primeros días tuvo dolor número 2 (cara como de "la verdad, me podrían ir mejor las cosas") y que después pasó al nivel 3 (cara de tomarse un gelocatil). No sabe Gachas si la creyeron o no, el caso es que el Dr. Michael le dijo que, para tranquilizarse todos (Gachas y el sistema sanitario estadounidense), y ya que Gachas iba a abandonar la zona contaminada en unas semanas y después se quedaría errante con su posible mal, pues le daban un lote de antibióticos y listo.

En la farmacia pudo comprobar lo estricta que es América en lo que respecta al antibiótico (como debe ser, qué coño): te dan las pildoritas que te ha mandado el médico, ni una más, ni una menos, en un tarrito con tu nombre que te explica cuándo y cómo has de tomar tu medicación. Nada de marcas: ahí figura el principio activo de la midicina y listos. En eso de repente América pierde todas sus facultades marketinianas y se convierte en un país con botica en vez de farmacia y con fórmulas magistrales en vez de productos de multinacionales del sector (a ver, no nos engañemos: los productos que se venden sin receta son todos de libre acceso y parecen, todos ellos por su packaging, vitaminas para body-builders).

No debería extrañarles, amiguitos, la aprensión que Gachas ha desarrollado en USA: es América quien la fomenta. El otro día, que fue a Nuevallorca (pero esas historias son para más adelante: ahora estamos con la ruralidad yanqui), Gachas vio en el metro una valla publicitaria con la foto de una asiática como tristona y perjudicada. El texto decía algo tipo: "1 de cada 10 asian-americans padece hepatitis B. Hágase un análisis si usted tiene los ojos achinaos, haga el favor. Y vacúnese".

¿No les parece terrorífico sembrar el pánico de ese modo? Ya no sólo entre la población asioamericana, sino entre el white-caucasian que se haya echado una churri de Chinatown y quiera compartir su vaso de milk shake con ella, sin ir más lejos.

América nos mete miedo, ergo es su obligación quitárnoslo también. Digo.


7 comentarios:

Anónimo dijo...

Regla number one si sufre, como yo, hipocondría: la smiley 5 como mínimo, aunque la verdad ronde la 1. Los protocolos médicos son rácanos por su económica naturaleza. Por suerte, parece usted bien atendida.

Es inquietante leer en su post que le miden el dolor con smileys. Supongo que lo de las "caritas sonrientes" se usa para designar a todos los emoticones, pero uf...

Espero que en breve vuelva a corretear por el prado zen. Eso sí: con unos vaqueros bien gordos, botas y rezumando loción antigarrapas.

Anónimo dijo...

En este país multicolor en el que vivo también te dan los antibióticos como usted describe, Miss Gachas, contados. Eso de tener una mini-farmacia en casa, como hace la mía mamma hispánica con todas las sobras, está muy mal visto en UK:

LA MÍA MAMMA - Toma esto que me recetaron a mí; pásame las gafas de cerca, pero creo que no caduca hasta el 2012.

Yo me quedé sin médico de cabecera porque no iba nunca. "Como no venga más la vamos a dar de baja en la consulta", me decían en sus cartas. Y me quedé sin doctor. Debo ser lo contrario a la hipocondria.

Ms T.

Hans dijo...

Todavía guardo yo mis botecitos de pirulilla calmante adquiridos en botica neoyorquina por la Leona bajo juramento de no hacer mal uso de tales (al fin y al cabo) aspirinas. Mencantan.

Madame M dijo...

Donde estén las conversaciones interminables con la boticaria para convencerla de que ese antibiótico te vino muy bien la vez anterior que te pasó lo mismo pero en el otro brazo, que se quite la rácana pero responsable administración oral y contada de píldoras. Mi materna también es experta en automedicación y nunca nos ha pasado nada. Oye, y la Seguridad Social tan contenta, ¿que no?

Gachas dijo...

Yo creo, amigas, que Ejpaña debería dar lecciones al mundo de automedicación. Ese "a mi hermana le recetaron esto y por eso lo uso yo", es infalible. Mi señora madre se ha llevado rapapolvos médicos importantes con esa práctica, la verdad sea dicha. Llega a la de cabecera y le cuenta "yo tomo esto desde hace 10 años porque lo tomaba mi difunto marido" y a la neomédica de cabecera le da vueltas la cabeza.

Anónimo dijo...

Como hijo de médicos raramente he tomado antibióticos, sólo cuando es imprescindible (y me miran mucho la garganta, y los esputos, y hasta si tengo alguna pustulilla por la piel...). Que el virus de la gripe o de un catarrito no se va con nada, se tiene que ir solo: tomar antibióticos en estos casos es una irresponsabilidad. Es falso aquello de que "ningún daño no me hará": hacen que el cuerpo se vuelva resistente a ellos y pueden hacer así que salgan cepas más fuertes, que no se pueden tratar con ningún antibiótico. A la larga puede pasar que no haya ningún remedio para las enfermedades bacterianas, tales como el tifus o la tuberculosis, que por cierto, están volviendo. Los médicos no se escandalizan por manía y a los farmacéuticos les gusta hacer negocio.

Gachas dijo...

baobao, hijo, no asustes a Gachas de ese modo, que está muy lejos, en el campo, y no gana pa sustos. Si yo ya sé todo eso que me dices, pero qué le vamos a hacer, esta vez así ha surgido. No volverá a ocurrir. Jamás tomo antibiotis para el resfriado, te lo prometo.