viernes, diciembre 28, 2007

Novedades en reprografía

Gachas ha ido hoy a una tienda de fotocopias I+D donde hacían revelado digital, imprimían sobre camisetas y lonas y diseñaban tarjetas de visita un poco toscamente. Mientras esperaba su turno ha podido ver la nueva gama de productos que ofrecen esas tiendas: aparte de las ya manidas fotos de personas warholeadas, de cuatro en cuatro o de seis en seis y con colores chillones, también había otra innovación con nombre de artista: la lichtensteinización del careto de la peña. Consistía en que la misma niña que servía como modelo para las fotos warholizadas aparecía en esta ocasión retratada en grande, con la cara blanca llena de puntos rojos rollo varicela, la melena color amarillo pollo y un fondo azul celeste. Supongo que para las/los morenos, el pelo va en color negro zaíno, pero de lo que no te libra nadie es de los puntacos rojos en la cara que emulan el aerógrafo.

Otra cosa curiosa y muy de actualidad era uno de los mensajes divertidos de las camisetas: el majestuoso "¿Por qué no te callas?", impreso con el NO muy grandote y coronado por una idem igualita que la del logo de correos.
Y como ya me tocó el turno de las fotocopias, no pude ver más innovaciones en el seztor de la reprografía, pero estas no son moco de pavo, ¿a que no?
Gachas y el caldo Aneto

Por si no lo saben, la marca Aneto, que no la conocía ni Dios hasta hace bien poco, ha sacado una gama de caldos en tetra brick: caldos de pollo, de jamón (creo), de verduras y de pollo bajo en sal (y probablemente de pescado, pega). Gachas lleva echándole el ojo al caldo Aneto desde el nacimiento de este último porque le mola mazo su packaging, ese contraste entre el tetrabrickismo frío y contemporáneo y su estampado de mantel de cuadros (cada tipo de caldo lo lleva de un color) que contribuye a fomentar la idea de que el caldo es, de verdad, casero.
Si Gachas no había comprado antes el caldo Aneto es precisamente porque NO es en absoluto casero: lo hacen, como tantos otros alimentos, en una fábrica con chimeneas metálicas, probablemente en una olla de acero del tamaño de la Maestranza de, arsa, Sevilla y, más probablemente aún, trabajadores recios de la empresa entrarán DENTRO del piscinón de caldo Aneto con botas de goma para sacar no sé qué cosa que se les haya caido dentro, controlar el manómetro de la temperatura y cosas igualmente terroríficas. Es que, como a ustedes les pasará también, Gachas se sabe de memoria las truculentas historias que circulan respecto a la comida envasada contemporánea: que si el jamonyor es en realidad fécula de patata fermentada hecha una pasta, que si el pollo de hoy es un engendro sin cabeza y por eso el Kentucky Fried Chicken ahora se llama casi como el aeropuerto de Nueva York, sólo con las iniciales (KFC), y demás perlas de terror gastroenterítico.

Bueno, pues finalmente Gachas ha sucumbido al anetismo y ha comprado su primer caldo de pollo Aneto, con los cuadros del mantel color amarillo y blanco y la tipografía estilo “Agenda del ama de casa 1972” en marrón cáscara de huevo (de huevo marrón, se entiende). Aparentemente el caldo sólo lleva agua, pollo de corral (es decir, con cabeza, tronco y extremidades), cebolla, zanahoria, col, puerros, apio y sal. Gachas, obviamente, no se lo cree, aunque en el tetra figuren 4 fotos con pollos pelados, verduras y enormes cacerolotes aparentemente muy higiénicos.

No obstante, ha sido abrirlo hace 3 horas para comenzar su cena con él y ya se ha debido de beber como medio litro. No ve Gachas el momento de probar el Aneto de verduras, el de carne o jamón, el de pejcao… (ese último probablemente no). Sabía que esto iba a ocurrir, que todo eran barreras para no caer en el vicio del caldismo envasado.
(http://www.caldoaneto.com/ )

lunes, diciembre 17, 2007

Gachas se acerca a la exCCCP

Y obviamente, una se acerca a lugares ignotos por una de estas dos vías: 1) el amorrl o 2) el papeo. En concreto esta vez Gachas se ha acercado al mundo de las repúblicas bálticas y otros países de la exURSS por la segunda de las vías.
Resulta que ayer domingo -funesto día tristuno donde los haya, el domingo- paseaba Gachas por las inmediaciones de la Plaza Santo Domingo, Ópera y tal con amiguitos y, chan, de repente vieron un supermercadín con productos rusos, que claramente desde el rótulo acrílico lo anunciaba: se llamaba "SUPERMERCADO CCCP-USSR" o similar. Como Gachas y sus amigos conservan aún el niño que todos tenemos dentro, se asomaron al cristal con la nariz bien pegada y la boca entreabierta, pero con eso no fue suficiente y tuvieron que pasar a ver qué se cocía allí dentro.
El lugar era humildón, mal alumbrao sobre todo, y tenía, además de comida, vídeos y libros del gusto de los ciudadanos esteparios: se notaba mucho espionaje y mucho glamour filthy, del de terciopelote rojo y oros.
Bueno, a lo que voy: seguimos hurgando por allí entre los produztos y, lo que suele pasar: algunos atraían (tés de la rusia zarista, crema agria), otros asustaban (unas gachas para desayunar con muy feo aspecto) y otros, nunca se sabe.
Gachas se habría comprado una especie de raviolis congelados con queso blanco dentro o con carne (Davidik seguro que sabe lo que son: participa, Davidik), pero como no iba a casa enseguida, no quería romper la cadena del frío y deteriorar el producto surgelé.
Lo que compró al final fueron grandes rodajas de pepinillos agridulces cortados como haciendo onditas, que eso es muy del norte de cualquier sitio y va muy bien con la carne, con el pejcao y con todo. Y también un pan (bueno, medio, lo compartió con JC y S.) lituano negro, negro y de esos sabores entre dulces, amargos y ácidos que tienen los panes sanotes de países nórdicos, como si llevaran una mezcla incomprensible de canela y Bovril . Obviamente, hay que olvidarse de poner lomo o jamón ahí encima, porque el sabor de la chacina se lo lleva por delante el del pan de marras.
Y ya después de marear al señor vendedor preguntándole Y esto qué es lo qués todo el tiempo, Gachas vio una especie de turronaco recio color grisáceo que se vendía al corte (4 euros valía una cantidad no especificada): el vendedor le dio a probar lo que definió como turrón de semillas de girasol y ahí Gachas de repente volvió a visualizar, como en el túnel del tiempo, a Lech Walesa, a su esposa Danuta, a todos los miembros de Solidarnosc, a Leonidas Breznev, al equipo olímpico de la RDA desfilando muy serios y a todo el pueblo de Bienvenido Mr. Marshall cantando "Americanos, os recibimos con alegría". Ay, qué sabor precomunitario, qué intento de calentar y dar energía al cuerpo con la pobrecica semilla del girasol, qué tiempos de escorbuto, tiña y sabañones. A modo de magdalena de Proust, el turronaco ese le trajo a la memoria a Gachas momentos y lugares donde no había wraps de pollo con guacamole ni asomo de sandwiches de pollo tikka de tres pisos, que era este mismo país casi anteayer, por cierto.
¡Viva la almendra por siempre!