viernes, abril 29, 2005

La señora que va en el metro con la cara embadurnada de una crema color verde pistacho

Pues sí, amiguitos, esto es real y lo he visto yo con mis ojitos miopes y gafapásticos esta mañana: señora de unos 50, fina, limpita, con las manos pulcras, la ropa conjuntada y demás, esperando el metro en Quevedo con una especie de mascarilla verde por toda la cara. Se cubría la cabeza y los hombres -y trataba de hacer lo propio con el rostro- con una especie de pañoleta de las que llevan las esposas de los reyes saudíes, que no es pañuelo musulmán así ceñido al pelo, sino algo más cool y estiloso. Pero cuidado: la pañoleta no era de tela, tenía un logo estampado a lo largo de toda ella y era de esos materiales marcianos ni-tela-ni-papel, un poco como la cazadora blanca del Naranjito que hizo las delicias de nuestras infancias.

A lo que voy, al principio pensé: "hé aquí la típica persona que ha perdido el juicio, voy a meterme en el mismo vagón que ella para disfrutar de un entretenido monólogo en la tradición de Nuria Espert". Pues no, la señora parecía cuerda. Por el recato con el que se tapaba se daba una cuenta de que ella también sabía que ir por la calle con la cara embadurnada de verde no es lo más frecuente en Madrid 2005 (¿quién dice que no lo sea en 2012?). La hipótesis de Gachas es: el centro de belleza donde se estaba aplicando el tratamiento reafirmante para el cutis fue desalojado por aviso de bomba y ella ha tenido que salir por patas. Vale, puede ser, pero si la dama tiene dinerín para ir a un centro de belleza, ¿no lo tiene también para un tásis? ¿por qué viajar entonces en metro, no es mejor que te mire raro sólamente el taxista y no 500 conciudadanos?

Si se les ocurre otra posibilidad, me complacerá leerla.

6 comentarios:

Turulato dijo...

Posibilidad 1.- "Damadelicata" aparecerá en breve en un programa de cámara oculta titulado "¿Hasta donde sería usted capaz?".

Anónimo dijo...

qué curioso, porque yo ayer mismo, caminando por un laaaargo corredor del metro aqui, en Londres, me topé con un señor que me dio un vuelco el corazón. Tendría mas de 60 años, llevaba un abrigo (no hace ya tiempo de abrigo ni aqui), zapatos y calcetines, y debajo del abrigo, que iba abierto, una camisa blanca y calzoncillos tipo boxer. Sin pantalones. Remataba el conjunto con una chistera. Parecía desorientado pero nadie se paró a preguntarle que donde iba asi y si le habia pasado algo. Yo tampoco lo hice. Me dio un vuelco el corazón porque iba yo absorta en pensamientos personales ya de por sí negros, y de pronto, toparme así con la prueba del algodón de que la línea entre la locura y la cordura es muy, muy fina, me heló la sangre. Tan pronto me senté en un vagón atestado de gente, me eché a llorar sin poder controlarme. Menos mal que en Londres nadie se inmuta.

Ms Tytania

Anónimo dijo...

La unica posibilidad coherente es que esa señora forme parte de una sociedad secreta dispuesta a hacer "lo que sea "para que los Mimos dominen el mundo de una vez por todas.

Anónimo dijo...

Es verdad, a lo mejor era una de esas ajjjjquerosas estatuas vivientes, que iba a medio vestir camino de casa...

Ms Tytania

Gamo P. dijo...

Querida gatxas la postmodernidad es veleidosa. Que otra explicación quieres?

Yo cada día tengo más claro que debo ir en metro (o renfe) con un cubo de palomitas y un refrejco. Better than jolibud!

Gachas dijo...

Tytania, pensé que en Londres nada sorprendía, pero veo que un poquillo al menos sí.

Y detecto un gran lapsus en mi post: "se cubría la cabeza y los hombres" donde quise decir "se cubría la cabeza y los HOMBROS". Ay, bendito.