domingo, junio 18, 2006

Gachas entomóloga

Faltaba algo que contar de México: la inevitable ingesta de insectitos, considerados allí manjar sin par. Precisemos: Gachas no llegó a ingerir ni escamoles (huevos de hormiga) ni chapulines (microsaltamontes rojizos con inocente pinta de hebras de azafrán) pero sí llego a tener en el plato una especie de canapé de caviar blanco hormigueño que volvió a dejar en su sitio (Gachas sabe que eso no se hace) nada más conocer la desagradable noticia.

Como era de esperar, todo el grupo patrio que compartía mesa con los tres lugareños anfitriones comenzó a hacer bromas chuscas sobre los chapulines colorados (de ahí probablemente el nombre del bizarro personaje de Galavisión) y los minihuevos de cero yemas, hasta tal punto que uno de los anfis se ofendió un poco ante la paletez espagnola haciendo ver que eran platos carísimos.

Gachas trata de imaginar una situación paralela en la que, ante la visión de sendos platazos de jamón y lomo ibéricos, unos yanquis hicieran bromitas y risas estúpidas al respecto. Gachas puede comprender no comer jamón por temas como colesterol o mi-religión-no-me-lo-permite, pero de ahí a que se bromease acerca del embutido ibérico va un abismo. Aparte, ¿cuál sería la broma posible respecto a una loncha de jamón con veta soltando todo su esplendor en el plato? Gachas no logra verla.

(Qué post patriota y cuasi aznarista le ha quedado a Gachas. Miedo se da a sí misma).

12 comentarios:

INTHESITY dijo...

Te puedo contar que una amiga me trajo una vez catara, una salsa venzolana, de un color verde salpicado de hormigas enteras, que se echa a todo, por ejemplo a una pasta que te acabas de cocer. Todavía se está descojonado medio Puerto Ayacucho de no pudieramos ni probarla. Pero el sumun fue en Mali, más concretamente en Tombuctú, que suena lejano y evocador, dormíamos en nuestra tienda de campaña, plantada en el tejado de un lugareño, para cenar, cena de domingo, sacaron en pozal de plástico una cabeza de cordero de tamaño de una impesora laser y volviendose hacia los tres españolitos dijeron en perfecto fracés, vosotros seguro que no queréis de esto. Asentimos asustados. Pues bien la madre de I. presente allí todavía se está descojonando porque le encantan las cabecicas de cordero, claro, qeu ella no vio aquel cabezón que chorreaba sangre, las sque ella degusta son chiquiticas y rebozadas.
La verdad es que ahora me río pero aquel día a ninguno de los allí presentes se nos ocurrió hacer un chiste, más bien hubieramos pedido ¡las sales, las sales!

Gachas dijo...

¡Qué hermoso símil, inthesity!, comparar la cabeza de cordero con una impresora láser. Tú sí que has entendido el espíritu de la posmodernidad. Felicitaciones. Bellísima imagen.

Anónimo dijo...

En la sección de chocolates de Selfridges venden escorpiones de verdad cubiertos de chocolate. Blanco, negro o con leche, a elegir. Toma ya, post-modernidad aplicada, señoritas.

Ms T.

Anónimo dijo...

Con lo maniática que soy para comer, los platos autóctonos de los paises exóticos me dan pánico. Bueno, algunos dan risa, como en el caso de doña Gachas y las salsonesas mejicanas. Pero es cierto, no se puede tolerar que un guiri se mofe de un buen plato de jamón entreveradito de grasa. Eso no y no. El honor patrio por los suelos.

INTHESITY dijo...

ya que estoy en plan abuelo cebolleta y toca jamón, el otro día en un sarao en la embajada italiana, presentaban un ferrari al rancioi populatxo del salamanca valley, había unos italianos flipando con el jamón entreverao y eso que no tenía mosca. Se miraban asi como que esto ¿mucho mejor que el nuestro no? Evidente, como te vas a reir de un plato de jamón, si se lo papean hasta los vegetarianos.

Anónimo dijo...

Eso de que el jamón lo comen hasta los vegetarianos es la mismísima verdad sin adulterar del Evangelio. Podría sacar del armario a docenas de amiguitos/as que se las dan de que no se puede hacer sufrir a los animalitos, pero que ante un buen plato de jamón, se la suda si el cerdo ha correteado entre bosques de alcornoques o nació y vivió rebozándose en su propia mierda...

Eso sí, la cecina (ya lo sabe la Srta gachas) me da ajjjjquín.

Ms T.

Anónimo dijo...

Leí hace tiempo que a Woody Allen le plantaron en el Palace o en el Ritz (tanto monta) una tortilla de patata, seca cual mojama (y seguimos con las delicias)que rechazó (obvio). Lo malo del asunto fue su comentario de que la comida española no era para tanto... Me lo imagino antesun plato de chapulines para turistas. Prueba, Woody, sigue probando. También he visto paellas decimonónicas engullidas por guiris cuasi melanómicos (¡esa protección solar, amigos!) que, hartos del clave y de la rotura de empastes, acabaron optando por el McDonalds de toda la (su) vida... Si es que no cuidamos el turismo nada de nada...

Gachas dijo...

Madame M: lo que dices de Woody figura en el documental "Wild Man Blues" que cuenta su gira por Europa con su banda de Dixieland Jazz. Está él con Soon-Yi en el hotel Palace y piden para desayunar tortilla. Un señorito camarero les trae sendas tortillas enteras, pero de las bajitas y muy hechas (puaaj, suspenso en tortillas), no de la altas y con huevo semilíquido. Además, las tortillas surgen bajo una cúpula metálica de esas que usan en los lugares finos para que no se enfríe el papeo. Todo desvirtuado, en resumen.
Woody prueba la tortilla y dice: "esta tortilla está vulcanizada". Y razón no le falta.

INTHESITY dijo...

esta tortilla está vulcanizada no es desde luego menos posmoderno que lo mio. Sicilia 1929, yo iba al colegio y pasaba a diario por delante de vulcanizados manolo, donde unos rudos vulcanizadores recauchuaban neumáticos rodeados de los típicos calendarios repletos de pechos descubiertos y digo que esto es como durante y depués del sepelio del marido de la collares.

Anónimo dijo...

En la Boqueria de Barcelona venden insectos e invertebrados varios, hasta tienen piruletas de escorpión. Todo eso y más en el puesto de Llorenç Petràs, el de las setas.

mila dijo...

El cerdo. Ese animal que tantos parabienes nos aporta. No sólo el jamón, estrella de su anatomía; sus tripas y su sangre se convierten en manjares que hacen saltar la lágrima de la felicidad. Porque eso es la felicidad, no? un plato con jamón del bueno y una copa de tinto.

djflow dijo...

Casi mejor que follar, Mila. Y da menos problemas...