miércoles, abril 30, 2008

Professor Ms. Gachas en acción

Amiguitos: grandes nervios ante la inminente clase o lecture que Gachas ha de dar en una Universidad de Nuevallorca el viernes. Cuando un amigo de Gachas, que es profe en la sección de literatura española en dicho centro le propuso a Gachas participar en una clase (en castellano), Gachas dudó: sabía que le iba a estar doliendo el estómago durante los 3 días previos al evento; sabía que iba a tener que tomarse un tranxilium esa mañana, pero a la vez no podía decir no a la experiencia de ver en acción a los alumnos de un college yanqui en clase, con sus grandes vasos de cartón, con sus gorras de beisbol, comiendo patatas fritas de bolsa en medio de la lección y arrugando el envase al terminar...

Por lo visto, como es costumbre del lugar (Gachas hace tiempo dedicó un post a este tema de la ingesta de comida en clase como algo frecuente en el mundo universitario norteamericano), pues Gachas no va a poder decir ni esta boca es mía al respecto. Se limitará a mirar todo lo friendlymente que pueda a las Megan y Rachels de turno cuando estas estén dando buena cuenta de sus patatas chips sabor quesadilla. Lo que Gachas se pregunta es: ¿tiene derecho el docente (Professor Gachas, en este caso) a hacer lo mismo? Parece como que no, porque como tiene que rajar más que ellos, pues tener la boca llena para eso es un lío.
Ahora bien, como parece que el sistema es tan participativo, a lo mejor a Gachas le daría tiempo a meterse un pinchotortilla en su cuerpo ibérico mientras los alumnos veinteañeros ejercen su derecho a la opinión y la participación. Lástima no poder comprobarlo.
IMAGINAOS QUE ESTA TIZA ES UN DIENTE

Gachas en estos últimos posts está pasando un poco de cronicar sobre América. Enseguida volverá a hacerlo, pero antes, un tema de interés, si no general, al menos gachesco: la insoportable fragilidad de los dientes.
A Gachas le pasa día sí día no que se da golpes con las tazas en los dientes, justo en el momento de ir a beber, o que muerde tenedores con la misma furía con la que mordería un chuletón Villagodio. A ver, no imaginen a la pobre Gachas sonriendo toda mellada, que no es para tanto, pero sí con microrroturas apenas perceptibles en algunas "piezas", como diría un dentista, debido a estos accidentes.

Y es que los dientes, por si no lo sabían, son huesos ahí puestos, a la buena de Dios, sin protección ninguna de músculos o piel, cómo no se van a romper en cualquier momento. Si todos llevásemos los fémures y las tibias al aire, ya verían cómo los tendríamos hechos un asquete, astillados, con parches pegados... fatal.

Como Gachas tiene un talante abierto y propenso al diálogo y al intercambio cultural les quiere preguntar por medio de este post si ustedes padecen también, física y mentalmente, esa fragilidad dental de la que hablo más arriba y que sólo parece solucionable si nos decidimos de una vez por todas a llevar protectores bucales como los de los boxeadores.

Y luego está todo el tema de los sueños con dientes, que parece que indican cosas sexuales (¿qué sueño no las indica?) y que a Gachas le han dado más de un quebradero nocturno de cabeza (ej: un sueño en el que los dientes de arriba se pegaban a los de abajo como si estuviesen hechos de chicle).

sábado, abril 26, 2008

GACHAS Y LA FRANCMASONERÍA

Hagamos un alto en el camino en relación con la experiencia yanqui gachesca: este post será lo que llaman "un espacio para la reflexión", sin relación alguna con los EEUU.

De repente Gachas, ansiosa por formar parte de una élite secreta que gobierne el mundo desde lo oscuro, ha pensado que por qué no hacerse masona, que a ella le gustan las comunidades de personas hacia las que siente alguna afinidad.

Gachas se da cuenta de que el fenómeno masón en España ya no es lo que era: nada de complots, nada de clandestinidad. Hay más webs del Gran Oriente Español en internet que páginas de tetas, amiguitos. Sin ningún pudor se anuncian y animan a las personas a integrar sus logias. Gachas, que es inculta en este tema y que asocia la masonería con Francia (por aquello de "franc"+masonería), con Viena (por La Flauta Mágica) y con la Mitteleuropa, no se imaginaba una logia en Castellón, ni una en Cáceres, ni una en Fuengirola. Pues las hay, vive Dios que sí, y sus miembros se llamarán Vicente, Joaquín Ángel o Asunción (si es que dejan entrar a mujeres, los muy rancios).

Gachas ha entrado en la página de una logia sevillana y, claro, los sevillanos, por masones que sean, no pierden su sevillanez. Parecía un poco la página de una cofradía de Jesús el Pobre o similar. Y había una sección de curiosidades relacionada con los típicos símbolos masones que son, por si a estas alturas aún lo desconocen, el compás y la escuadra así abiertos el uno para la otra. Un señor hermano masón comentaba capiteles y portones blasonados de distintos edificios y les sacaba el jugo francmasón que pudiesen esconder, y que a ojos de los demás mortales carecían de simbología y de recao.

Lo que se pregunta Gachas tras todo esto es: ¿conocerá ella a algún masón sin saberlo? ¿Cómo puede reconocerse a un masón? Gachas tiene un par de amigos escurridizos que no acaban de dar mucha información sobre qué hicieron tal o cuál fin de semana, ¿significa ello que son miembros del Gran Oriente o significa algo de contenido más sessuarl? (Hasta ahora, Gachas siempre ha pensado en lo segundo).

A todo esto, Gachas ha desistido de ser masona: la idea de "ascender" no le interesa mucho, pues implica que hay unos mandamases que te van indicando cómo hacerlo. Además, ponía bien clarito en todas las páginas que para ser masón hay que creer en la existencia de un ser supremo, y Gachas, a día de hoy, no lo ve muy claro.

lunes, abril 21, 2008

La garrapata. El desenlace



Gachas volvió al Memorial Hospital a dejarse los billetes verdes alargados y estrechos, sí, volvió. Tenía sus dolores articulares, sus flu symptoms (típicos, parece, de la infección por garrapata nociva), tenía su poquita de ansiedad, así es que volvió a que le recetaran antibióticos (lo que quita la posible infección, vaya), y eso hicieron, no sin antes preguntarle cómo y cuánto le dolían las joints o articulaciones. Como Gachas no es muy precisa adjetivando y adverbiando en inglés, le mostraron una serie de 6 smileys con expresiones que iban de cero dolor a un dolor insufrible. Gachas tampoco quería exagerar y elegir la cara 5 (eran 6, pero iban numeradas de 0 a 5), a la que parecía que le estaban seccionando un miembro sin anestesia. Le dijo Gachas a la enfermera de paisano que los primeros días tuvo dolor número 2 (cara como de "la verdad, me podrían ir mejor las cosas") y que después pasó al nivel 3 (cara de tomarse un gelocatil). No sabe Gachas si la creyeron o no, el caso es que el Dr. Michael le dijo que, para tranquilizarse todos (Gachas y el sistema sanitario estadounidense), y ya que Gachas iba a abandonar la zona contaminada en unas semanas y después se quedaría errante con su posible mal, pues le daban un lote de antibióticos y listo.

En la farmacia pudo comprobar lo estricta que es América en lo que respecta al antibiótico (como debe ser, qué coño): te dan las pildoritas que te ha mandado el médico, ni una más, ni una menos, en un tarrito con tu nombre que te explica cuándo y cómo has de tomar tu medicación. Nada de marcas: ahí figura el principio activo de la midicina y listos. En eso de repente América pierde todas sus facultades marketinianas y se convierte en un país con botica en vez de farmacia y con fórmulas magistrales en vez de productos de multinacionales del sector (a ver, no nos engañemos: los productos que se venden sin receta son todos de libre acceso y parecen, todos ellos por su packaging, vitaminas para body-builders).

No debería extrañarles, amiguitos, la aprensión que Gachas ha desarrollado en USA: es América quien la fomenta. El otro día, que fue a Nuevallorca (pero esas historias son para más adelante: ahora estamos con la ruralidad yanqui), Gachas vio en el metro una valla publicitaria con la foto de una asiática como tristona y perjudicada. El texto decía algo tipo: "1 de cada 10 asian-americans padece hepatitis B. Hágase un análisis si usted tiene los ojos achinaos, haga el favor. Y vacúnese".

¿No les parece terrorífico sembrar el pánico de ese modo? Ya no sólo entre la población asioamericana, sino entre el white-caucasian que se haya echado una churri de Chinatown y quiera compartir su vaso de milk shake con ella, sin ir más lejos.

América nos mete miedo, ergo es su obligación quitárnoslo también. Digo.


martes, abril 15, 2008

La mano tota pulcra

Cosas que se quedaron fuera del post anterior: la obsesión estadounidense por llevar las manos limpitas permanentemente. Es IMPOSIBLE mantener un estado perpetuo de plena higiene manual si uno realiza cualquier actividad distinta a dormir: que si te agarras a la barra del metro para no caerte, que si buscas monedas para dar propina (o billetacos de dólar: aún más sucios), que si se te caen las llaves al suelo.. Bien, pues el mundo norteamericano pretende lograr esta del todo imposible higiene permanente de las manos mediante unos productos llamados "hand sanitizer wipes" o towels o jabones que se anuncian por todas partes. La frase de captación es algo tipo: "Después de tocar el asiento del taxi; después de manejar billetes, ¿cómo vas a tocar tu rostro para maquillarte? Usa sanitizer towels marca tal y tal: mucho más eficaces que el agua y el jabón".
Mentira, amiguitos: mentira podrida. Hoy Gachas, que ha vuelto al Memorial Hospital a ver a Marcia para que le diera el recibo, mientras esperaba ha visto por ahí en el pasillo un dispensador de hand sanitizer, una especie de jabón líquido, vaya. La diferencia con el jabón líquido es que el hand sanitizer se seca él solo al frotar, no ha de ir asociado a agua ni a toallas o aparato ruidoso secamanos. Gachas lo ha probado y, sí, en efecto se seca o la piel lo absorbe milagrosamente; lo que ocurre es que la textura y el olor que quedan después dan más asco aún que pasar la mano por los cabezales de los asientos de un autocar Greyhound: el resultado es una higiene falsa no conseguida. Además, ¿qué es eso de que un producto líquido, incluso pastoso, desaparezca sin necesidad de agua? Es un poco como los puntos de sutura que se reabsorben: ¿qué es esa guarrería? Donde esté la enfermera con el betadine sacándote las costuras que se quite la nueva cirugía.
Al llegar a casa, Gachas se ha lavado las manos con agua y jabón, siguiendo las costumbres de su atrasado y rusticote país, y, como era previsible, toda la mugre que llevaba en ellas se ha dejado ver en el agua.

La obsesión del pueblo americano por la aseptización no tiene límites: lleva Gachas comprados dos paquetes de "mints" para refrescar su aliento y ambas, aunque de marcas distintas, saben en realidad al desinfectante ese de baño de guardería, como a Zotal, como a una higiene agresiva y antigua.
Gachas y la sanidad estadounidense

Amiguitos: de verdad gracias por su interés y apoyo hacia el issue de la garrapata. Aquí va la cruda realidad que subyace detrás de todo ello: la región ésta, llamada Columbia County (dentro del estado de NY), es la que presenta la incidencia más alta del planeta de una enfermedad asociada a la garrapata del ciervo. Hay folletos por la zona ilustrando el tema y tal. Va Gachas, llega a este lugar y ve los folletos con miedo (aparecen las típicas fotos de libro de naturales de BUP, con el parásito visto al microscopio y los síntomas terribles si se desarrolla la disease) y pregunta: "oiga, esto de los ticks qué es lo qués". Y le dicen que no se preocupe, que es cuando llega el calor y si retozas por la hierba y vas en sandalias. Como no hacía clima para nada de eso, Gachas ni se preocupó: salió como 5 o 6 veces a pasear por el parque ese de las esculturas con su Creative Zen (¿por qué negarlo? Gachas no tiene iPoz sino Creative Zen) para gozar de banda sonora y volvió tan tranquila de sus paseos. Y zas, aún con calcetín alto, pantalón chandalero y zapato cerrao, ocurrió lo que ya saben. Después Gachas ha encuestado a todos los lugareños que ha podido y se ha dado cuenta de que ellos siguen unas normas antigarrapatiles con mucha constancia: cada vez que vuelven de un paseo se autoexploran a ver si tienen picaduras y cosas así. Además, le enseñaron un cacharro especial para sacar las cabezas de los bichos, que son lo más peligrosito si se queda incrustado (como la cabeza de la gamba: guarda todo el sabor). Es como una cucharica de plástico blanca con una subcuchara adosada o similar. Y también le enseñaron un spray antigarrapatas. Es decir, que estas personas tienen su arsenal preparado para combatir el garrapatismo, pero al extranjero, para no alarmarlo y sobre todo para que su adorada Améeeruica no quede de puertas para fuera como un lugar endémico y parasitario, pues no le dicen ni esta boca es mía hasta que le ocurre la sorpresita.
Imagínense, amiguitos, que in Spain tuviésemos la garrapata esa específica por doquier: se correría la voz entre ellos y no vendría ni un mal turista gringo por temor a contraer cualquier cosa. Con esto ve Gachas, pobre y naïf Gachas, que hay países que no tienen derecho a esconder sus miserias (ej: Costa Rica y su dengue; varios países africanos y su paludismo) y otros que sí. Este sencillo aprendizaje lo acaba de obtener Gachas a su avanzada y treintañera edad.
Bueno, pero a lo que vamos: ayer tuvo lugar la visita al Memorial Hospital jiustoneño, a la sección no de urgencias pero sí de atención rápida o similar. La verdad es que majos fueron. Hubo toma de pulso, de tensión, de temperatura; hubo auscultación (las 3 primeras cosas con una especie de enfermera vestida de paisano; la segunda con otra vestida de enfermera oficial) y hubo observación de picadura con magnifying glass (lupa, vaya) por parte del doctor Michael. Que la picadura no estaba infectada; que la extracción del bicho había resultado exitosa y que nada, a esperar a las ronchas y a los síntomas tipo resfriado en los próximos 10 días, o a olvidarme del tema si estos no llegan. Tras esto llegó también una especie de administrativo con un PC portátil rodante (lo llevaba en un carrito como de repartir las medicinas a los enfermos) que le preguntó a Gachas cuál era su religión, caso de profesar una (por aquello de administrar una extremaunción coherente con el estilo de cada quien), y datos tipo pasaporte, etc.
Tras esto, le dieron un diagnóstico en un papel, escrito en un tono amigable y de fácil lectura y además dirigido específicamente al paciente, que comenzaba así: "You have a tick bite. This is very common and...". Nada de la frialdad tipo: "el paciente presenta síntomas de picadura de...". Por último le dijeron que pasara por la discharge area para salir. Es decir, que pasara por caja. Allí estaba la amable Marcia, que le pidió 50 dolarcitos de nada como depósito y le dijo que hasta la medianoche no se podía calcular por cuánto le iba a salir la broma ("for how much the joke will go out") a Gachas. Pero , América, la fundadora del consumo, no podía dejar de lado esta sabiduría ni siquiera en el sector sanitario, y le ofreció a Gachas la oportunidad de un 40% de descuento si pagaba en un plazo inferior a 30 días. Gachas aceptó el trato (parece que llegó en la semana fantástica de las picaduras de garrapata, suertuda Gachas) y al día siguiente (hoy) llamó a Marcia para informarse de cuál era el precio final, darle los datos de su tarjeta y pagar con su correspondiente descuento. Marcia le dijo que the joke salía por 230 $, ya con el 40% descuento incluido. A eso se le restó el depósito, pero aún así Gachas hubo de pagar hoy sus 180 dolarcitos de Vellón. Afortunadamente, su seguro español le pagará back este dinero o parte de él.
Ya ven que aquí la hipocondria tiene un precio: la próxima vez, Gachas irá a un Memorial de estos sólo en caso de seccionarse un miembro o similar.

domingo, abril 13, 2008

Ocurrió

Amiguitos: tantas risitas con el post anterior y con el parásito de los cervatillos y ahora resulta que a Gachas le picó uno ayer. Probablemente cuando estaba escribiendo su anterior post ya lo tenía chupando bien de la pierna gachuna, porque lo descubrió ya por la noche, al quitarse el pantalón. Y tienen razón, comentaristas, ese "parásito" lleva el tradicional y postguerrista nombre de GARRAPATA. Y no se puede hacer nada salvo quitarlo con unas pinzas (eso hice ayer, aguerridísima) y esperar a ver si venía cargadito de una fea enfermedad cuyos primeros síntomas empezaría a notar la semana que viene. Si es así, la tetraciclina me salvará.

A Gachas le ha entrado un poquito de susto por la pata abajo y ha desplegado unidades móviles y todo para que le aconsejaran qué hacer al respecto: la opinión de todos los doctores y picados alguna vez por garrapatas es unánime: esperar. Parece tan frecuente en la zona que las mujeres hudsonianas deben de llevar en su neceser, además del espejito y del lipstick, unas pinzas para espulgarse.

Gachas ve en el baño las pinzas empleadas para desgarrapatearse y no sabe si tirarlas inmediatamente a la basura o qué. En cualquier caso, usarlas no las va a usar más: el martes irá al pueblo a comprar unas nuevas, o quizá una bolsa entera, como las maquinillas gillette, que se venden en packs de 10. El gran temor es que uno de los efectos colaterales de la picadura sea el crecimiento repentino y desaforado de un temible entrecejo y hasta el martes no pueda combatirlo.

Gachas y el parásito de los cervatillos

Parece que la campiña hudsoniana es zona endémica para la "tick disease" o parásito de los cervatillos. Han editado folletos a todo color ilustrando el asunto y previniendo a la población: es como un bichito negro, tipo chinche o pulga que se te queda a gusto acurrucado bajo la piel chupando la sustancia que pueda y que, si no te lo tratas, te puede provocar bonitas enfermedades como artrosis o alteraciones del sistema nervioso.

Bastante tiene Gachas ya con su sistema nervioso y su oído medio taponado como para más dolencias, así es que toma todas las precauciones posibles para no pillar el bicho. Por lo que ha preguntado a los lugareños, parece que muchos en algún momento de su vida aquí fueron picados una vez al menos por un tick de esos: nada, se lo quitaron aguerridamente con unas pinzas (se queda ahí pegado y se ve) y ya. O, si no se dieron cuenta al momento, fueron al médico rural que de su maletín con cierre que chirría sacó un antibiotis y se lo administró (primero te sale una ronchona para avisarte de que el tick obró en ti), y ni artrosis ni daños ulteriores.


Los lugareños han tratado de quitarle el miedo a Gachas diciéndole que el bichito sólo actúa en momentos de mucho calor y que las precauciones consisten en no sentarse sobre la hierba directamente y cubrirse un poco el cuerpo al salir de paseo. Entre que no ha hecho tiempo de ir en tirantes y que Gachas ha sido informada de la tick disease, cada vez que sale a dar una vuelta por el cercano parque de esculturas (una especie de Chillida-Leku pero de artistas varios), se pone casi armadura. Aún así, su hipocondria hace que sienta que los ticks se la han comido a picotazos, atravesando las varias capas de telas que Gachas lleva encima de su piel gachesca.

Y hablando del parque de esculturas: como América es una tierra adinerada, las esculturas están muy bien cuidaditas: siempre hay algún operario dándoles lustre, arreglándoles un tornillico, fijándoles una pieza o lo que sea (abajo van 2 fotos para que se hagan a la idea). Una pareja de arquitectos se hacen cargo de supervisar el lugar durante todo el año, y por ende viven en una super casa rollo Frank Lloyd Wright entre los árboles.

Ayer precisamente, el arquitecto varón de la pareja se encontró a Gachas por el campo y, como ya la conoce, le dijo que si quería ver su hermosa casa diseñada por él mismo y su wife. Gachas aceptó gustosa, pero el buen señor sólo le enseñó finalmente el salón, nada del baño ni del cuartolaplancha ni otras dependencias. Se le veía al hombre orgulloso de su creación: en su mirada se le detectaba un "a que mola el cacho casoplón que me he construído, eh, Gachas". Y sí, molaba: todo blanco, techos altérrimos, esculturas pequeñitas de cubos de madera colgadas de muy arriba, fluorescentes semiempotrados en el techo, ventanal inmenso... Lo que no le gustó mucho a Gachas, y además le sorprendió encontrárselo ahí, fue el suelo, a base de baldosas cuadradas blancas jaspeadillas en negro, vulgares y corrientes. Le dieron ganas de decirle al tipo que in Spain esa era la baldosa por antonomasia de los apartamentos de Cullera, que cuidadito con marcarse streetlamps. Pero no se lo dijo: sólo le comentó que esa baldosa se debe de fregar bien, que sólo con pasar la mopa y darle fregasuelos (así lo pone en la botella) de pino, ya brilla de lo lindo.

viernes, abril 11, 2008

Hablemos de fisiología. Hoy: el paladar


¿Cuántos tipos de paladar existen, amiguitos? ¿Tantos como personas? ¿Tantos como etapas en la vida del individuo? ¿Tantos como naciones?

Gachas se pregunta esto tras reparar en que gran parte de los alimentos que ingiere con agrado el adulto americano medio serían etiquetados como "guarrerías" por parte de las madres ibéricas de más de 60 años.

El ejemplo lo tiene Gachas en la casa donde vive, sin ir más lejos: viene todas las tardes la cocinera canadiense-portuguesa R., que lleva más años aquí que Carracuca y que está por ende acostumbrada a la comida de este país. De ahí que, sin inmutarse, nos diga: "de postre hay estas cookies de chocolate blanco y frambuesa", o "de postre hay estas jelly rolls" (como Filipinos de chocolate negro por fuera y oso de goma por dentro). Y tan ancha se queda. ¿Dónde están ese yugur, ese plátano que alimenta porque tiene potasio, esa cuajada con miel, esas dos mondarinas que se pelan fácil aunque luego por dentro sean pellejeras, dónde? La gochería de postre es pa niños y sólo con motivos tipo cumpleaños, navidad y poco más, no para adultos de entre 36 y 60 años y de lunes a viernes. Pero Gachas no sabe de qué se queja, si ayer se metió en el buche como 4 jelly rolls de esas.


Pero este ejemplo es muy extremo: hay otros más sutiles con los que no sé si estarán ustedes de acuerdo con Gachas. Por ejemplo, la pasta. La pasta y la pizza se consideran pa niños por los adultos españoles de más de 55. Ahora, como la población entera de España se está gurmetizando, ya se puede dar el caso de que la tía abuela pida unos tagliatelle con funghi, o una pizza con rucola de masa fina, pero en general cuando la España meno y andropáusica va al restorán, lo que pide es un arroz de los que tardan y son para 2 personas, un guiso o un pescado o carne vuelta y vuelta, y el pan con queso fundido y cosas por encima se lo dejan a los ñetos. ¿No les parece que es así? Es que aquí, y en muchos lugares del mundo no, por eso lo digo.

jueves, abril 10, 2008

Qué se ve por Hudson un martes tipo 6.15 de la tarde

Hudson es un pueblico pintoresco que equivaldría a un San Lorenzo del Escorial madrileño o a una Cercedilla. Aquí veranean y pasan el finde muchos neoyorquinos hastiados del Soho, del Village, de Williamsburg... (sí, hay personas hastiadas de todo eso sobre el planeta).

Tiene su calle mayor, Warren Street, y casi que no mucho más. Miento: hermosas casas de listones de madera con su porche y sus mecedoras a la entrada. Pero como está concebido para el fin de semana, un martes a las 6.15 pm, a plena luz del día, se hace realidad eso que el español ha recibido como uno de los clichés de la vida yanqui: que los únicos que pasean por la calle son los lúmpenes, y que los demás o están en sus casas, o en el mall, o montados en el coche.

Pues va a ser verdad: ayer Gachas paseó calle-arriba-calle-abajo y sólo se cruzó con adolescencia pandillera (quizá la estética fuera pandillera y el interior pijo, no lo descarto), whitetrashismo del bueno (treintañeros sin los piños de abajo y con latas muy altas de cerveza, ese rollo) y poco más. Bueno, también vio a una joven (que trabaja en una tienda de ropa grunge cercana) leyendo sentada en el quiciolapuerta de su casa, como hacen las abuelas en La Alberca, mismamente. Huelga decir que la joven estaba descalza (en Celsius haría como 15 grados, pero al hacer sol, ya se sabe, el anglosajón tiene mucha facilidad para descalzarse en cualesquiera situaciones) y que tenía los pies negros y curtidos como si su vida transcurriera en las misiones jesuíticas del Paraguay.
Esto vio Gachas al ponerse el sol en Hudson, NY.

domingo, abril 06, 2008

Gachas Martínez Soria

Amiguitos, restos humanos de lectores de este blog: ¡¡voilà Gachas retransmitiendo desde Hudson, NY!!

Nada, una beca de esas gacheuses la ha traido hasta aquí: un conjunto de casas de listones de madera blanca, un grupo de gente internacional que escribe y/o traduce y frascos de peanut butter, salsas con el careto de Paul Newman y cajas enormes de cereales de tantas variantes que podría haber una específica para cada uno de nuestros apellidos. Esa es mi vida aquí durante 6 semanitas, hala.

Para abrir boca, cuento un poco las novedades que a la Gachas con entrecejo y maleta atada con una cuerda le ha sorprendido encontrar en los USA. Lo que no haya en América...:


- Suavizante para la ropa en hojas de papel: se pone no en la lavadora sino en la secadora, junto a la ropa. Es como un clínes gordo y peludo que, al final del ciclo, sale más finucho y ligero porque ha desprendido su poder suavizador. Después se tira y santas pascuas.

- Tarjetas para llamar por teléfono que incluyen mensajes publicitarios: Cuando gachas presiona 2 para español, antes del tradicional y puertorriqueño "favor de ingresar su número de pin", le aparece un mensaje similar a: "¿Me creerás si te digo que ya no tengo acné y que mi piel luce bella y lisa como nunca? Llama a Gladys al 516-333-4567" (número inventado, favor de no llamar a Gladys). Me pregunto si al elegir la locución en inglés los anuncios son también de tratamientos antiacné o si el anuncio en castellano está especialmente dirigido a la población hispana, que -de ahí deduzco- tiene más problemas de piel que la white-caucasian.

- Los post-it en guirnalda festiva: el pegamento que los une no va siempre del mismo lado sino que se alterna entre 2 de las aristas del cuadrado, de manera que el bloquecillo se puede desplegar y formar una especie de guirnalda para decorar fiestas infantiles (qué dificil es describir una sencilla imagen, señor).


Seguiremos descubriendo nuevos inventitos y golosinas para solaz de todos ustedes. Suya afectísima desde este huso horario,

Gachas.